Hay baches, que sin esperártelos aparecen de
repente en tu vida.
Hace 2 años le detectaron cáncer a mi madre. Fue
un momento muy duro para toda la familia. Pero Dios lo ha querido así y lo
aceptamos. Si queremos ser como Cristo, hemos de
seguirlo en todo, no sólo en lo que nos resulta fácil, cómodo y agradable, no
sólo mientras me pida algo que está dentro del límite de lo que estoy dispuesto
a dar, sino también cuando me pide cargar con una cruz que no es la que a mí me
gusta, cuando las cosas en la vida cristiana se me hacen "cuesta
arriba", difíciles y exigentes.
Hay a veces, que toca madurar
de golpe y esta es una de ellas. Mi madre cogió la Cruz que le había puesto,
como un reto, fortaleciéndose por dentro y sin olvidar esa sonrisa constante en
la cara. Verle así te anima a ti también y te ayuda a acercarte más a Dios. A pedirle
fuerza, salud y su pronta recuperación. Y por supuesto, a darle las gracias más
de una vez.
Un año después consiguió salir
de esa “pequeña pesadilla” que se le cruzó por el camino. Cogiendo fuerzas para
el siguiente reto, esperemos que no sea tan grande, pero afrontando lo
ordinario de la vida, esa es la verdadera Cruz. Como dijo San Josemaría “Las
almas grandes tienen muy en cuenta las cosas pequeñas”
Porque esos hombres fuertes,
que luchan, que son constantes, son los que te hacen feliz y son felices.
¡HAY QUE DARLE UN SENTIDO A LA CRUZ DE CRISTO!
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